NARRACIONES DE VIDA PASIONISTA
EXPERIENCIA DE PASIÓN EN LA MUERTE DE MI PADRE
Mi padre murió feliz. Lo que más le agradó fue tener a su alrededor a sus hijos. El último verano hubiera querido pasar las vacaciones con toda la familia, pero nosotros, dado su estado, no nos atrevíamos a hacer planes a medio plazo. Durante una semana estuvimos a su lado, le curábamos y dábamos sus medicinas, le cantábamos canciones, oramos y lloramos juntos. Dimos vueltas a su alrededor sin organizarnos demasiado, pero él estaba feliz por tenernos a todos cerca.
Los últimos días de su enfermedad y muerte fueron los más dolorosos de mi vida. Experimenté otra dimensión de la Pasión. He sollozado y llorado, he probado la aflicción y la alegría, porque nadie me ha amado con amor paterno más que mi padre. El amor de mi padre era verdadero e incondicional, raramente pedía nada a cambio.
Murió tres años después de que le diagnosticaron un linfoma, aunque su dolor sólo se generalizó en los últimos cinco meses. No tenía miedo a la muerte porque tampoco le tenía miedo a la vida. Tenía una fe profunda, aunque desconozco como la había desarrollado. No leía la Biblia, tampoco participaba en retiros o ejercicios espirituales, cosas que sin embargo ocupan la mayor parte del tiempo de mi vida religiosa. Sólo sabía, en el fondo más íntimo de su ser, que Dios le socorría, por ello estaba siempre dispuesto a sonreír a los demás.
Para mí será difícil continuar el camino sin él. Nunca había pensado en un mundo sin mi padre. Pero él me ha dejado muchos de sus rasgos: su influjo, sus actitudes, sus genes. su sonrisa, su amor. Viéndole dar su última exhalación vi salir su espíritu. Fue una experiencia única. Un amigo me dijo una vez que nuestro espíritu siempre está creciendo hasta que nuestro cuerpo ya no puede contenerlo, y entonces morimos. cuando su espíritu lo dejó, cambió la fisonomía de mi padre. El cadáver ya no era mi padre, tan solo era una choza, la casa de su espíritu.
Su funeral y sepultura fueron una bendición. Participaron más de 500 parientes y amigos. Fue una celebración de su vida y un duelo por su muerte. Presidí la misa, acompañado por algunos religiosos; mi hermano hizo una bella reflexión sobre la enseñanzas que nos dejaba nuestro padre.
Con su muerte, mi padre me ha guiado a una experiencia más profunda de la Pasión de Cristo y a una mayor experiencia de la vida. Él continúa dándome vida.
P. Joseph Mitchell
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