Beato Sebastián de Aparicio
24 DE FEBRERO
Este hombre fue un verdadero domador de animales y se hizo santo haciendo de agricultor, de transportador y de mandadero.
Nació en Galicia, España. Cuando era niño, llegó a su pueblo una terrible epidemia y a todos los apestados los alejaban de los demás para que no los contagiaran. Sebastián se enfermó y la mamá lo llevó aparte a una cueva. Pero llegó una loba y lo mordió, y con la hemorragia se curó de la enfermedad. Desde entonces tuvo un especial amor por los animales y una influencia admirable sobre ellos.
Le agradaba la vida de campo porque en esa soledad y en esa paz y silencio, queda más fácil hablar con Dios y meditar. Hasta los 20 años hizo de pastor de las ovejas de sus padres y aprovechó esa vida de tranquilidad para dedicarse por largos ratos a la oración.
Dios quiso llamar a Sebastián a la vida religiosa por medio de una grave enfermedad. Cuando en medio de la altísima fiebre se sintió morir, prometió que si se curaba se dedicaría totalmente a la vida espiritual. Logró la curación y entonces vendió sus propiedades, y regaló el dinero a las religiosas clarisas que eran pobrísimas, y él se fue de hermano lego al convento de los franciscanos.
El demonio acostumbraba asaltarlo por las noches con visiones horribles para tratar de obtener que se saliera de la comunidad religiosa. Una noche fueron dos amigos a acompañarlo en su habitación, y los terrores diabólicos fueron tan espantosos que estos hombres nunca más se atrevieron a aparecerse por allí . Pero el santo alejaba a los demonios con la oración.
Sus últimos 20 años los pasó Sebastián como sencillo hermano lego en el convento de Franciscanos. Era el encargado de pedir limosna por las casas y de cuidar el huerto y hacer las compras y los mandados. Con su fuerza enorme, se dedicaba a los más rudos trabajos, y parecía casi no sentir cansancio. Hacía de sus rudos trabajos un apostolado para salvar almas.
Tenía fama de que todos los animales lo querían. En un largo viaje no se dio cuenta y se acostó sobre un hormiguero, de hormigas muy bravas. Cuando se despertó estas habían hecho un gran círculo a su alrededor, como para protegerlo y ninguna lo había atacado. Un campesino tenía un caballo que derribaba a todo el que quisiera montar en él, pero cuando llegaba Fray Sebastián, el animal lo llevaba mansamente a donde él quisiera. Un día tenía un plato de granos de trigo para obsequiar a un pobre y vinieron las hormigas y se llevaron los granos. Cuando el santo se dio cuenta empezó a decir: "Ay hermanas hormigas, por favor devuélvanme mi trigo que es para un pobre". Y cada hormiga fue trayendole su granito hasta que le volvieron a llenar el plato.
A los 95 años se le reventó una hernia y se sintió morir. Pidió a los franciscanos que rezaran el credo y cuando decían: "Creo en la resurrección de los muertos y en la vida eterna"... se quedó muerto.
Muchísimos habitantes de Puebla asistieron a su entierro. Dos veces fue desenterrado su cadáver, y las dos apareció incorrupto. Al morir quedó su rostro hermoso y alegre, como si estuviera vivo. Junto a su sepulcro se obraron varios milagros. Fue beatificado en 1787.
Sebastián Aparicio: recuérdales a los campesinos, a los comerciantes, a los transportadores y a los sencillos trabajadores, que con el trabajo humilde y sencillo de cada día se puede conseguir un altísimo puesto en el cielo, si se ofrece todo por amor a Dios.
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