¡ OREMOS POR LA PAZ !
Recordemos que ...
El 27 de octubre de 1986 es ya una fecha que ha quedado grabada para siempre en la historia del camino arduo y esperanzador de la humanidad hacia la paz, a través de la oración.
En vísperas del tercer milenio, por primera vez en la historia, jefes y representantes de las Iglesias cristianas y Comunidades eclesiales y de las diversas Religiones de todo el mundo se reunieron en Asís, invitados por el Papa, para rezar por la paz.
Al mismo tiempo, en casi todas las latitudes del planeta callaron las armas, en respuesta a la llamada para una tregua universal que el mismo Papa había formulado para ese día:
¡Paz!
Un ideal hecho plegaria en la ciudad de San Francisco, ¡Paz!, un grito religioso que ha subido al cielo y cuyos ecos se han difundido por el orbe entero.
ORACION POR LA PAZ
Juan Pablo II
Oh, Dios, Creador del universo,
que extiendes tu preocupación paternal
Juan Pablo II
Oh, Dios, Creador del universo,
que extiendes tu preocupación paternal
sobre cada criatura
y que guías los eventos de la historia
a la meta de la salvación;
reconocemos tu amor paternal
que a pesar de la resistencia de la humanidad
y, en un mundo dividido por la disputa y la discordia,
Tú nos haces preparar para la reconciliación.
Renueva en nosotros las maravillas de tu misericordia;
envía tu Espíritu sobre nosotros,
para que él pueda obrar
en la intimidad de nuestros corazones;
para que los enemigos puedan empezar a dialogar;
para que los adversarios puedan estrecharse las manos;
y para que las personas puedan
encontrar entre sí la armonía.
Para que todos puedan comprometerse
en la búsqueda sincera por la verdadera paz;
para que se eliminen todas las disputas,
para que la caridad supere el odio,
para que el perdón venza el deseo de venganza.
reconocemos tu amor paternal
que a pesar de la resistencia de la humanidad
y, en un mundo dividido por la disputa y la discordia,
Tú nos haces preparar para la reconciliación.
Renueva en nosotros las maravillas de tu misericordia;
envía tu Espíritu sobre nosotros,
para que él pueda obrar
en la intimidad de nuestros corazones;
para que los enemigos puedan empezar a dialogar;
para que los adversarios puedan estrecharse las manos;
y para que las personas puedan
encontrar entre sí la armonía.
Para que todos puedan comprometerse
en la búsqueda sincera por la verdadera paz;
para que se eliminen todas las disputas,
para que la caridad supere el odio,
para que el perdón venza el deseo de venganza.
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